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Desde siempre los seres humanos tendemos a compartir con amigos y conocidos, nuestros pensamientos, sentimientos y las distintas formas de percibir la realidad. Hoy, a través de las redes sociales, las personas intercambian información constantemente. Por esa razón cabe preguntarse :

 

¿por qué a veces nos cuesta compartir el conocimiento?

 

Esto viene desde la escuela. Es común ver como muchos niños tapan su hoja de ejercicios para evitar que sus compañeros le copien. Desde ese momento crecemos con la falsa ilusión de que acaparar el conocimiento nos da más poder. ¿Será que compartir lo que uno sabe podría quitarle a las personas poder ante su entorno? ¿Será que retener el conocimiento y no compartirlo nos da el poder que necesitamos para enfrentar la realidad? Las respuestas a estas interrogantes son diversas pero lo importante es comprender por qué es importante compartir lo que sabemos y no reservarlo únicamente para nosotros.

 

El conocimiento es el único recurso que no se extingue con el uso. Su reproducción es ilimitada, a diferencia de otros recursos que, al utilizarlos, se agotan en lugar de multiplicarse. Además, el conocimiento que se comparte se refuerza en la persona que lo posee.

 

“Principio de la abundancia” lo llamó Stephen Covey en su célebre libro Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Hay demasiado conocimiento para compartir; es infinito y se multiplica permanentemente (Internet es prueba suficiente). Por lo tanto, no hay razones para sentirse amenazado.

 

Compartiendo lo que sabemos con nuestros compañeros de cocina, de trabajo, familiares, amigos, conocidos, podemos lograr mayor creación de conocimiento. Intercambiando ideas, opiniones y pensamientos podemos generar nuevas ideas que surgen de la interacción. El capital intelectual que tiene origen en el intercambio con los demás es difícil de obtener por otra vía. Uno solo no puede generar sinergia.

 

Intercambiando y compartiendo con los demás podemos lograr grandes cosas, aportando a nuestro propio crecimiento y al desarrollo de la sociedad en su conjunto. No debemos limitar la interacción con los demás. Conservar un conocimiento sin compartirlo aunque parezca desestimable podría interrumpir su creación. Lo que podría resultar insignificante para uno podría serle útil a otra persona.

 

Entonces, ¿por qué no compartirlo?

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